martes, 18 de marzo de 2014

Divinas torrijas para San José.

    Como tradición para el día de San José siempre hemos hecho torrijas, aunque en mi casa, mi madre, siempre tenía alguna excusa para poder hacerlas. El cumpleaños de alguien, una reunión de amigas, o simplemente se las pedían porque le salían realmente buenas. Además de hacer fuentadas cada vez que se ponía a ello.
    Siempre le decían que le salían muy jugosas, para mi era que mi madre siempre estaba dispuesta a llevarlas, como con cualquier postre que le pedían, y que se aprovechaban de ello. Pero la verdad es que le salían divinas, y con el tiempo, cuando probé otras, comprobé que tenían razón, que las   demás me sabían más secas. Ella les decía cómo las hacía, pero nunca eran igual. Creo que también tienen que ver las ganas con las que se hacen, porque yo las aprendí de ella, y como a mi madre, muchas veces me preguntan de qué crema las relleno. Y, por supuesto, no llevan ninguna.
    En cada región, incluso en cada casa, la receta es diferente, hay quien las hace con miel e incluso con vino, la de la mía, es la más sencilla, pero no por eso deja de ser bien sabrosa.
    Os voy a dejar nuestro secreto, jejejeje. Y, veréis que no es nada del otro mundo, simplemente como en todo, un poco de tiempo y paciencia.

    TORRIJAS:

    Ingredientes:
   
    - Pan del día anterior, cortado en rodajas, de un dedo o dedo y medio de ancho.


 
    - Leche (yo la pongo sin lactosa, debido a que mi hijo tiene intolerancia).
    - Azúcar.
    - Piel del limón (sólo la parte amarilla).
    - Canela en rama.
    - Canela en polvo.


 


    - Aceite.


    - Huevos.


  Elaboración:

    Ponemos la leche a hervir e incorporamos la piel del limón, la canela en rama, la canela en polvo, y el azúcar. No pongo cantidades porque depende un poco del gusto de cada uno y de las torrijas que vayamos a hacer. A mi me gusta mucho aromatizarlo, y soy dulzona. Voy probando hasta que el sabor de la leche está como deseo. Ni tampoco os digo tiempo de ebullición, porque mientras vamos probando cómo lo queremos, ya lo tenemos listo.

    Aquí viene uno de los trucos. Toca empapar el pan con la leche (por supuesto, colada). La leche debe de estar caliente, porque de ese modo se absorbe mejor, así que cuelo una poca en un recipiente, mientras el resto la dejo tapada en la cazuela para que no pierda el calor.


 Voy metiendo las rebanadas en la leche, las empapo hasta que casi se deshacen (otro de los truquis) y las retiro a otro recipiente, con ayuda de espátulas para no quemarme. Voy colocándolas unas encima de otras, hasta que termino con todas.



    Siguiente truco: cuando las he empapado todas, les cambio de fuente, para que las de arriba queden abajo y las de abajo arriba, ya que si no, todo el caldo lo recogen sólo las de abajo.
    Cubrimos una sartén con bien de aceite y lo ponemos a calentar a temperatura media, para irlas friendo poco a poco y no se nos quemen.
    Batimos los huevos y rebozamos las rebanadas, de una en una, y cogiéndolas con ambas manos para que no se nos deshagan, las freímos.
    Ponemos una fuente con papel absorbente, para que al sacarlas no chupen más aceite.
    Dejamos que se enfríen un poco, y las embadurnamos de azúcar (eso ya al gusto).
   Y voilá:


Os dejo una fotico con una de ellas abierta, para que veáis lo jugositas que salen.



¡Buen provecho! y ¡Feliz día del padre! ¡Besicos!

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