lunes, 28 de abril de 2014

No hay nada como que crean en ti.

    Siempre he creído que el sistema educativo no está bien planteado, no por lo menos en mi país, y para rematar, tampoco creo que la mayoría de personas que se dedican a la enseñanza tengan la capacitación adecuada para ser un profesor de calidad. Evidentemente han pasado unos estudios,unas oposiciones o unos requerimientos para estar en el trabajo que ocupan. Pero si no hay pasión, si no hay verdadera vocación es imposible que el alumno esté motivado para aprender nada.

   Os preguntaréis a qué viene semejante rapapolvo en este tipo de blog. Es muy sencillo, y enseguida me entenderéis.

    Cuando yo estudiaba la E:G:B. (ya véis... hace muuucho), en segundo ciclo teníamos lo que se llamaba pretecnología, entre mi profesora y yo había un atragantamiento mutuo, su razón nunca la supe, la mía que todo lo que hacía según ella, estaba mal. La asignatura no era otra cosa que unas manualidades, a mi no me ayudaba nadie a hacerlas, lo que presentaba era por méritos propios, mientras que a otras compañeras les daban ideas en casa o incluso se veía la mano del progenitor en el trabajo, pero claro eran proyectos impresionantes. A mi me gustaba la asignatura, pero me costó mucho sacarla adelante. Así que cuando llegué al instituto y de repente empecé a sacar sobresalientes, tenía tan baja la autoestima en ese sentido que creí que simplemente le caía bien a la profe. Ni que decir tiene cómo era el trato de una y de otra con los alumnos, la última enseñaba (al igual que mi profe de carrera), ahí la diferencia.

    Señores profesores de eso se trata de enseñar al que no sabe, y de tener paciencia y no sólo de centrarse en la persona que todo le resulta sencillo. Hay veces que al que le cuesta, sólo le hace falta un poco de confianza en sí mismo.

    Cuando a una persona le gusta algo, le dará igual estar horas y horas para hacer lo que quiere. Y al final, será esa persona la que hará un trabajo excelente.

   En eso me quedé, con un gusto por las manualidades increíbles, pero incapaz de atreverme a hacer nada, si no era por cuenta propia, lo hacía como podía en casa, sin la técnica apropiada; con lo cual, por mucho que me decían mis amigas, lo bien que lo hacía, yo veía un montón de fallos que no sabía cómo solucionar.

   Después de un montón de años, me dio por hacer pastas con glasa, y para no saber, pensaba que no me salían tan mal. Así que al ver accesible ir a un curso de pastelería creativa, algo que me parecía imposible de hacer, me picó tanto el gusanillo que me dije que por probar una vez, no iba a pasar nada, aunque me quedaba el transfondo de que yo no valía para nada manual.

    Mi profesora desde el primer momento me alentó y me dio ánimos, y aún pensando yo que seguía siendo un desastre, acudí a algún cursillo más. Me lo pasaba bien y lo disfrutaba. Bueno, pues ójala me hubieran motivado así desde cría, porque tal vez hubiera hecho algo para lo que valía, porque por mucho que mi primera maestra se empeñaba que no servía para nada, en poco tiempo en poco tiempo he ido mejorando bastante. Todo porque desde un principio hizo que creyera en mí misma.

    Y así... me quedó la tarta del cursillo que hice el sábado. Seguiré mejorando...



    Por cierto, estudié magisterio, en gran parte por vocación, y gracias al sistema, tampoco lo llegué a ejercer, jejejeje,  ;)

    ¡¡¡Besicos!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario